Se le atribuye a Rainer María Rilke, el gran poeta austríaco, haber dicho que la verdadera patria del hombre es la infancia, pero en las distancias podríamos decir que es una frase de quienes viven y resisten en los recuerdos de lo que lleva a todas partes: momentos, personas, símbolos, lugares. Todo nos representa y nos identifica. En Santa Ana, en 1084, se inauguró el Jardín de Infantes, un acontecimiento que cambiaría a las infancias santanenses, que crearía una infancia infinita.
Susana Muñoz, viajo desde Nogoyá, al otro extremo de la provincia de Entre Ríos, para llegar a Santa Ana para trabajar como jardinera, es probable que ella no sabía, en ese año tan particular, que se convertiría en una persona rememorada por tantos que la recuerdan como docente y persona.
Hace unos días, Susana charlo con Nelson Barrios, de «La Voz de Santa Ana», para celebrar el Día de los Jardines de Infantes.
Volvíamos a la democracia y el gobernador de Entre Ríos de aquel entonces creo cargos como maestra jardinera en diferentes puntos de la provincia, vi que estaba este en el departamento Federación y sin saber bien hacía donde me dirigía, tomé un tren y llegué a Santa Ana. En el momento del viaje recién me enteré que la estación donde debía llegar, estaba alejada del pueblo, lo que significaba un poco mi desconocimiento del destino, fue entonces, que decidí bajarme en Concordia, posteriormente dirigirme a la ciudad de Federación, en donde se encontraba la Departamental de Escuelas, y desde ahí a Chajarí, y desde ahí a Santa Ana, Horacio Machado, quien manejaba el colectivo hasta mi futuro pueblo, fue la primera persona a quien conocí.
Santa Ana fue encantamiento a primera vista, no solo por sus bellezas naturales y geográficas, sino de su gente, quienes me recibieron con los brazos abiertos. Mujeres que me arroparon como Leticia Reizembewer, Yolanda Fochesatto, Angélica Dalzotto. En un primer tiempo conviví con otras docentes, Alicia Gómez, Nilda Pizzio y Ana María Gorositto.
Yo era muy joven, fue mi primer trabajo con todas las letras, más allá de haber formado parte anteriormente de otro jardín maternal.
Mi mamá me decía que estudie si o si, yo sentía que mi vocación no era la docencia, pero una amiga me propuso estudiar juntas Maestra Jardinera y una vez que comencé, quede encantada con la carrera.
Hay algo fundamental que deben tener las maestras jardineras, no solo el amor y la paciencia que todos creen que debemos aportar, sino mayor formación como profesionales, porque tenemos una gran responsabilidad en la etapa formativa de los niños, hoy puedo ver que esa formación está en los programas de estudio y hay que apostar a tener muchas más y mejores herramientas.
Conservo amigos entrañables en Santa Ana, gente que me ayudó mucho y dejo muy lindos recuerdos, desde el primer grupo que me toco, todos lo que me lleve del pueblo me hizo feliz. Hoy con las redes sociales veo a mis alumnos grandes, algunos lamentablemente que ya no están, y otros que han crecido tanto personal y familiarmente.